Bajo el cielo arrasado
de febrero, contempla
con los ojos de entonces
esta ciudad de nieve
y tercas ruinas, mira
con antigua inocencia
lo que ahora es costumbre,
agostada presencia,
luz fría bajo el cielo
arrasado de invierno.
Quién regresa, qué buscas
con inquietud cansada
en las calles sin nadie
si todo prendió fuego,
ardió en la hoguera negra
de la palabra. Llama
que fue deseo, nada
te queda de aquel tiempo:
letra muerta, aridez,
desnutrido fulgor
que los ojos remedan
esperando un sentido.
No hay regreso posible.
Tu ciudad ya no existe.
¿Existió alguna vez?
Conocías sus calles
pues nacieron en ti.
Tu ciudad era espejo
donde lentas palabras
te miraron mirándola:
blanco espejo empañado
de tu aliento. Extranjero
entre sombras, tú vuelves
para no verte, niegas
tu antigua voz. Borrada
inocencia, febrero
es silencio en tus labios,
luz arrasada, muda
ciudad inexistente.