Te descuelgas veloz sobre tu presa
con doble garra inquisidora: emblema
de la muerte más vivo que la vida.
Rueda por la pendiente el cuerpo grave
y su estrella de sangre te gobierna,
imán hacia la nada que has creado.
Qué palpable su ley. Madeja inerte,
la víctima que clavas a tu vuelo
te hace más débil un instante. ¿Caes
o finges con astucia tu caída
para elegir corriente, plano, estela?
Sólo existes, voraz, en lo que alcanzas.
Eres aire, y el aire te rehace.