Y tú, vida que empiezas,
no digas nada aún:
crece sobre tu sangre,
se temblor y latencia.
Ciego nudo abisal,
giras en los serenos
hondones de tu madre,
en el limo imantado.
No siempre vivirás
sin tiempo, sin mirada.
Asomará tu boca
a las puertas del día.
Tu cuerpo espera y calla.
Multiplicado tacto
el de esta piel bañada.
Respiras negro, negro.